Introducción
Este ensayo se propone la crítica de ciertas ideas
predominantes en amplios sectores de la intelectualidad desde los fines de la
década del '50 -aunque sus antecedentes vienen de más lejos, que alcanzaron su
apogeo en los años '60 y '70, y que todavía -no han perdido vigencia. Al reunir
la diversidad de las corrientes de pensamiento -existencialismo heideggeriano,
nietzscheanismo, estructuralismo, antropología culturalista, funcionalismo
sincrónico, psicoanálisis jungiano y lacaniano, orientalismo,
posestructuralismo, deconstructivismo, posmodernidad- soy consciente de caer en
lo que los preceptistas llaman enumeración caótica, o en el procedimiento de la
amalgama que consiste en confundir a todos los adversarios en uno solo para
combatirlo con más facilidad. Intentaré mostrar cómo, más allá de los matices y
aun diferencias y oposiciones, hay rasgos en común; será necesario distinguir,
dialécticamente, lo diferente en lo similar, y lo similar en lo diferente.
El "espíritu del tiempo" intelectual de las últimas décadas se
define por el abandono de la sociedad occidental de todo lo que significaron sus
rasgos distintivos: el racionalismo, la creencia en la ciencia y la técnica, la
idea de progreso y modernidad. A la concepción objetiva de los valores se opuso
el relativismo; al universalismo, los particularismos culturales. Los términos
esenciales del humanismo clásico -sujeto, hombre, humanidad, persona,
conciencia, libertad-, se consideraron obsoletos. La historia perdió el lugar de
privilegio que tuvo en épocas anteriores, y fue sustituida,. como ciencia
piloto, por la antropología y la lingüística, y sobre todo por una antropología
basada en la lingüística. Al mismo tiempo surgieron ciencias nuevas, la
semiótica, la semiología, o seudociencias como la "gramatología". las cuales no
se ocupan de ningún contenido, y se reducen tan sólo al "discurso" que es, según
parece, de lo único que se puede hablar.
Cada época elige otra en el pasado para hacer de ella una
fuente de modelos. El historiador George Duby se lamenta que en su juventud esa
referencia fundamental era el siglo XVIII, el siglo de las Luces, de la Razón,
en tanto que ahora éste ha sido desplazado por el resurgimiento del siglo XIX,
donde se encuentra desde el romanticismo exuberante hasta las raíces de la
irracionalidad.